Hoy el Palacio Barolo, a sus 93 años de vida, luce todas sus fachadas exteriores y su galería tan flamante como en su inauguración. Fue tras un difícil proceso de recuperación que lleva 20 años, y que incluyó la actualización tecnológica desde su famoso faro hasta la optimización de la energía para un futuro más sustentable. Este proceso fue logrado por un equipo en el que participaron dos de sus vecinos, el Lic. Roberto Campbell -administrador del edificio- y el Arq. Fernando Carral.
Los porteños ya conocen la historia que dio origen al famoso Palacio Barolo, inaugurado en 1923, como fruto del encuentro entre un visionario empresario textil, Luis Barolo, y el genial arquitecto Mario Palanti, pero vale destacar la silenciosa historia de su resurrección que comenzó hace 20 años, después de proceso de vicisitudes propias de nuestro país que lo habían hecho tocar fondo. Sin embargo, a fines de este año, todo el ropaje exterior del Barolo lucirá tan flamante como cuando fue inaugurado.
El Barolo fue el más alto de Sudamérica hasta que en 1928 se construyó el Palacio Salvo, en Montevideo. Engalanaba a la, por entonces, principal arteria de Buenos Aires, Av. de Mayo, comunicándose con señales lumínicas entre su faro y el de su par, el Salvo, del otro lado del Río de la Plata. El empresario Barolo sabía de la generación de valor en sus negocios inmobiliarios, de la misma forma que lo había hecho antes con explotación agrícola de lana y algodón que convertía en excelentes textiles. Por ello, convocó a uno de los mejores arquitectos de su época, el italiano Mario Palanti, quien diseño con habilidad un edificio de estilo neoclásico italiano, cercano a un potente futurismo en sus molduras y torre que lo hicieron muy impactante.
Sin embargo, con el paso de los años, el edificio se fue deteriorando, porque no se hacían las necesarias obras de mantenimiento. Una titánica tarea fue la recuperación de su revestimiento exterior de fachada. «Los frentes estaban muy deteriorados y había que responder a la Ley 257 de Balcones. Decidimos iniciar los trabajos con la restauración de tres pisos de símil piedra, del 20 al 22, pero no se conseguían recursos para hacer lo demás ya que era la reparación era costosa por la colocación de los andamios. Después de analizar al mismo tiempo las variables patrimoniales, económicas y tecnológicas, nos decidimos por la solución que nos brindaba la empresa Tarquini, con el producto Neo París Natural Restauro, que es un micro revestimiento mural continuo formulado de manera que permite la normal respiración de los muros y mantiene la textura del sustrato sobre el que se coloca, lo que nos permitía no perder la textura del símil piedra original histórico. Comenzamos con la fachada hacia la calle Yrigoyen acompañando las tareas con trabajos de herrería para reparar las carpinterías, persianas, manijas, guillotinas y vidrios. Después terminamos el frente por Av. de Mayo, en 2015. En 2016, nos propusimos encarar y terminar las medianeras, los pozos de aire y luz”.
Campbell concluye: «Luego de hacer varias muestras de color y con la asistencia técnica de Tarquini llegamos al producto ideal para revestir los más de 2.500 m2 exteriores del Palacio Barolo, trabajo que parecía imposible cuando empezamos las tareas. Pero el Barolo continúa en reformas continuas, e incluso mejorar la eficiencia energética, y amortiguar el impacto de las tarifas; estamos generando el recambio por iluminación con Leds para ascensores y las galerías, así como para las luminarias del frente. Incluso, en la última asamblea hubo una moción para pensar en energía renovable con paneles solares, la tendencia sería ir hacia eso.
El Lic. Campbell rescata la estrategia de generar valor agregado desde la cultura y el patrimonio, que ha permitido hacer una gestión administraba mas sustentable: «Las acciones culturales generaron éxito administrativo. Fue un proceso muy lento, con muchos inconvenientes en donde el edificio pasó de ser un edificio desconocido a uno 100% conocido.»
El Palacio Barolo le ha ganado la batalla al olvido, recuperando todo su valor patrimonial y vigencia para la ciudad, también viene ganándole a las acciones de deterioro que genera el tiempo y la polución urbana, y ahora se prepara para afrontar un futuro más sustentable.