Por Gustavo Di Costa, arq
Esta nota sirve de pretexto para reconocer, una vez más, las bondades de las persianas como
aquellos óptimos sistemas capaces de brindar confort térmico en el interior de nuestros ambientes, a
partir de protegerlos del desmedido ingreso del sol en verano y reduciendo las pérdidas de
temperatura en invierno. Concretamente, nuevas líneas de Persianas Termoeficientes nos permiten
ahorrar un 45% de la energía consumida en calefacción y refrigeración.
Si su modesto departamento hubiera contado con persianas, seguramente, la historia de L.
B. Jefferies, el fotógrafo cuya pierna quebrada lo obliga al tedio de distraerse adivinando a
través de la ventana las andanzas de sus vecinos, sería otra muy distinta. Pero excusamos
al amigo Alfred Hitchcock, ya que gracias a ello, nos legó una joyita del cine de suspenso:
“La ventana indiscreta”. Exclusivamente lo exculpamos a él, no a los miles de arquitectos
quienes al adoptar las recomendaciones dictadas por las musas del “International Style”
sepultaron a la vieja y querida persiana. La misma que en la casa de nuestros abuelos nos
brindaba un inteligente y simple cobijo, cuando por la mañana, la cinta se deslizaba
descendiendo totalmente “la barrio”, impidiendo el paso del calor al interior de los ambientes.
La orden era “subite la persiana” de ese dormitorio mirando al este, así febo lo entibiaba en
las soleadas mañanas de invierno.
Pero atención que no se trata de nostalgia, ni siquiera de un artilugio “antiguo”. Hablamos de
confort higrotérmico, un concepto nada discutible. Bien concretito. La masa de temperatura
que atraviesa el vidrio de una ventana ineficientemente -o desprotegida- en verano e
invierno implica una cantidad de energía consumida en dicha compensación para alcanzar
el tan necesario confort interior. Esto es, consumo de gas para compensar las pérdidas en
invierno y de electricidad para acondicionar el ingreso del calor en verano. Intentos
“artificiales” para detener el obvio efecto invernadero provocado por el sol.
Sin mencionar el perjuicio provocado al ambiente, pensemos en el daño que un desmedido
consumo le reporta a nuestra economía. Argentina pagó en 2018 cerca de 15.000 millones
de dólares en la compra de combustibles para sostener una matriz energética que, si nos
sinceramos, pende de un hilo. Por su parte, el incremento en los costos de electricidad y gas
obligan al consumidor -ahora sí- a abandonar su “zona de confort” y solicitar a sus
arquitectos la colocación de los sistemas adecuados para resolver el gradiente térmico.
No solo de DVH vive el hombre… Ni de black out, el cual
crea una zona de disconfort térmico con fuerte
acumulación de calor entre el vidrio y la cortina.
Convección mediante, ese calor será transportado en
verano al interior de nuestros ambientes.
Las persianas del siglo XXI distan mucho (muchísimo) respecto de la vieja “barrio de
madera” con “cajón taparrollo”. De hecho, el argumento de los murciélagos anidando en su
interior ya no sirve como excusa para que el arquitecto proyectista no se vea obligado a
recurrir a los actuales detalles constructivos para resolver, con características sumamente
estéticas, dicho cajón. El mismo puede ser exterior, interior o permanecer escondido en el
espesor del muro, si se diseña materialmente su posición.
“Ser original es regresar al origen”, entonces, volvamos a dotar a nuestra arquitectura de
persianas eficientes. En la actualidad, existen múltiples propuestas, a costos más que accesibles, para destacar la estética de nuestras fachadas, y al mismo tiempo, obtener mejores condiciones de temperatura interior y el consecuente ahorro en las facturas de energía. Las persianas térmicas ofrecen un mayor aislamiento debido al diseño de sus
lamas rellenas de espuma de poliuretano. La longitud de esas persianas cubre un rango de
hasta 3 metros, provistas de tablillas con tapones laterales capaces de evitar enganches no
deseados, garantizando un adecuado accionamiento. Una traba de seguridad ubicada en el
zócalo impide su apertura desde el exterior.
La terminación “símil” madera del aluminio logra transmitir la calidez y el estilo propio
demandados por los frentes con “ladrillo a la vista”. Otro valor agregado lo aportan los
sistemas de automatización, los cuales integran el control y accionamiento de los mismos,
pudiendo ser operados a distancia desde cualquier tipo de dispositivo móvil.
Cuando el edificio carece de persianas es posible incorporarlas, sumando altas prestaciones
y un distintivo valor estético. Se comercializan en el mercado sistemas los cuales permiten
colocar persianas en aquellas obras concebidas con marcos de ventana sin guías, ni
taparollo armado o de mampostería. De esta manera, es posible instalar un Sistema de
Cajón Compacto Exterior, compuesto por un cajón con guía más una persiana a elección.
Su fácil y rápida instalación lo convierte en una solución de excelente aceptación e
implementación al no demandar obra húmeda.
Los ruidos también encuentran respuestas acertadas gracias a la nueva materialidad de las
persianas. Por ello, es importante elegir lamas con alma de poliuretano, capaces de anular
esos 30 dBA responsables de generar disconfort. Si se cuenta con un cajón tradicional de
mampostería, se colocará un panel multicapas de partículas de poliuretano, lográndose así
un aislamiento acústico el cual oscila entre los 20 y 30 dB. Al mismo tiempo, este material
colabora, por sus características, a un mejor aislamiento higrotérmico, contribuyendo
también con la eficiencia energética.
Por todo lo mencionado, dotemos a nuestras fachadas de
las persianas que el siglo XXI nos provee y nuestros
comitentes demandan.
Mientras tanto, me quedo con la duda sobre si el crimen que se cometió en “La Ventana
indiscreta” es el que se le endilga al personaje de Raymond Burr, o el verdadero delito fue
no haber colocado unas buenas persianas (no las representadas en el film) para que James
Stewart pasara sus horas sin ese molesto ventilador funcionando…
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CV
Gustavo Di Costa, arq./
Medalla de Oro de su promoción. En 1994 se le otorga la beca del CPAU por sus logros
académicos. Desde el año 1995 es Docente y luego JTP de la materia electiva “Práctica y
Organización de Obra” de la FADU-UBA. Desde el año 2001 se desempeña como Profesor
Titular de Cátedra “Construcciones II”, en la Facultad de Arquitectura de la UP. También fue
profesor titular en la USAL y docente de Integral. Fuera del ámbito académico, realiza
trabajos como consultor y especialista en documentaciones técnicas y realiza proyecto,
dirección y administración de obras de arquitectura de pequeña escala. Es además fundador
y Director de varias publicaciones técnicas como Revista ENTREPLANOS y COMPENDIO
de la Construcción, además de escritor asiduo de medios del sector como ARQ de Clarín,
Revista Vivienda, Revista Obra, El Constructor, entre muchos otros.