
La casa Barragán se encuentra en el barrio de Versalles, Ciudad de Buenos Aires, en una zona de casas bajas y calles arboladas, en una parcela entre medianeras con una Palmera en la vereda.
Dos prismas de hormigón con disposición apaisada y separados por aire y vidrio que generan un diálogo entre el exterior y el interior, encuadrando y fragmentando las perspectivas tanto desde la calle como desde el fondo del terreno. La secuencia de estos volúmenes ofrece una dinámica visual que transforma continuamente la percepción del espacio.
El protagonismo entre los materiales se le da al hormigón, con sus diferentes texturas, formas y colores. La estructura es la forma de expresión de la casa Barragán. El uso de este material en su estado más crudo permite que se defina no sólo la estética, sino también la solución técnica de cada espacio teniendo en cuenta la interacción entre la forma pura y la materialidad del hormigón.
El continente son los encofrados (tirantes, fenólicos, clavos, etc.) que delimitan la estructura en sus primeras etapas. La madera del encofrado es la extensión de una visión que todavía no ha cobrado forma definitiva. Podemos pensar al continente como la piel temporal de la obra, aquella que le da forma al contenido. Esto es el fenólico común, fenólico negro, tirantes, los cortes y módulos de encastres por los cuales obtendremos un material todavía sin mucho significado.
El contenido, por otro lado, es la materia misma que dará cuerpo a la obra y luego, se deviene en estructura. Aquí encontramos materiales como el hierro y el hormigón. Es el material que se vierte y solidifica, se acomoda a los límites impuestos por la realidad, gravedad y por las leyes físicas

















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