por Andres Muñoz arq
Existe una aplicación de iOS que dibuja la planta de arquitectura de cualquier habitación con un margen de error de 10 centímetros. Para utilizarlo, solo hay que ir apoyando el celular en las superficies planas de las paredes del cuarto hasta darle toda la vuelta. El celular calculará la distancia entre los puntos y su variación angular.
RoomScan no es la única herramienta de bolsillo, existen otras como RoomSketcher que a partir de un dibujo de planta realizado fuera de la aplicación permite transformarla en una planta de venta. El repertorio de mejoras posibles va desde la aplicación de texturas hasta la inclusión de muebles y elementos decorativos. Asimismo se puede visualizar en 3D y hasta recorrer la maqueta virtual resultante.
Pero, estos y toda una serie de programas para refacciones y pequeñas obras, ¿atentan contra la profesión del arquitecto? Por ahora únicamente permiten visualizar un acotado menú de opciones aplicadas y no específicamente “diseñar”. La profesión misma incluye cierto grado de automatización que redunda en una optimización del resultado visual. Desde 1982 se vienen aplicando herramientas como AutoCad y otros programas que asisten a la representación. El mismo Google hace años lanzó el “SketchUp”, una herramienta sencilla, muy intuitiva y originalmente gratuita.
Hoy en día, la cuestión parece no estar centrada en el reemplazo de las cualidades proyectuales que el arquitecto tiene para ofrecer –ya que por ahora estos programas no las incluyen- sino en la democratización de la profesión misma. Ya no es necesario tener una aptitud prodigiosa para el dibujo, como lo era hace no tanto tiempo y en teoría cualquier persona podría emplear estas herramientas.
Hace unos años la exposición itinerante de MVRDV “Vertical City” no sólo proponía una arquitectura vertical ante una horizontalidad predominante, sino que además la presentaba como el resultado de una sumatoria de individualidades que podría no ser tan alentador desde el punto de vista ambiental y urbanístico.
Tal vez no falte tanto para que un individuo desde su computadora pueda indicar sus necesidades y obtenga un “producto habitable” que satisfaga los requerimientos proyectuales y urbanísticos esperables… la cuestión será entonces ver qué más podemos hacer para diversificarnos…. quizás sea el momento de empezar a considerarlo seriamente.