Entre 1600 y 1691 la caza de brujas dejó 91 víctimas, la mayoría mujeres, en el pequeño pueblo noruego de Vardø, situado al noreste de la península escandinava, por encima del Círculo Polar Ártico. Un sitio de por sí inquietante, iluminado por el sol de medianoche. Una pequeña comunidad pesquera, que quedó desgarrada por este hecho, documentado en numerosos textos sobrevivientes.
Para conmemorar estas muertes distantes en el tiempo, y convocados por el gobierno noruego, que buscaba generar una atracción turística en la zona, el arquitecto Peter Zumthor y la artista Louise Bourgeois aunaron fuerzas para crear Steilneset , un monumento doble situado en el lugar de las ejecuciones. El proyecto se encuadró en el programa nacional de generación de rutas turísticas de Noruega, una iniciativa que busca inyectar nueva vida a poblaciones que debido a la globalización han visto declinar sus fuentes de trabajo tradicionales.
Las peculiaridades del paisaje (una inmensa costa desnuda de árboles) y de un clima extremo en el que las temperaturas rara vez superan los diez grados centígrados, dialogan con una arquitectura austera que materializa, empleando madera, cristal, acero y fibra de vidrio, la tragedia de las víctimas.
El centro de información, el pabellón íntegramente diseñado por Zumthor, domina el lugar y consiste en un armazón de 125 metros de largo compuesto por una estructura de 60 pórticos de madera que suspenden mediante cables una estructura de fibra de vidrio recubierta de teflón y techada con aluminio corrugado, de colores claros en su exterior pero sombría en su interior.
El edificio se inspira en la forma que tenían los bastidores de madera que los pescadores locales utilizaban para secar la pesca del día.
Una pasarela de madera conduce al interior del edificio, en donde un pasillo de 100 metros de largo y 1,5 de ancho acoge una colección de carteles que describen la historia personal de las 91 víctimas.
Asimismo, cada uno de los difuntos ha sido representado por una pequeña ventana iluminada con una bombilla. Zumthor decidió su ubicación lanzando un dado, un procedimiento aleatorio que quiso reflejar poéticamente la arbitrariedad de los juicios. Las vistas y sentido de lo exterior están estrictamente mediadas.
El segundo edificio, un cubo de acero corten y cristal negro, cobija la obra de Louise Bourgeois: «Los condenados, los poseídos y los amados». La instalación contiene en el centro del cubo una silla de aluminio de la que surgen cinco llamaradas de fuego, que se reflejan en los siete espejos ovalados que se sitúan alrededor del asiento. La estructura está abierta a los elementos externos, dejando pasar los fríos vientos del norte, generando una cualidad atmosférica muy específica del lugar.
La creación busca simbolizar los juicios de Vardø y se enmarca dentro de la reivindicación feminista que recorre gran parte de la obra de Bourgeois. La obra fue uno de los últimos proyectos de la artista francesa, que falleció en 2010.
“Hay una línea, que es mía, y un punto, que es suyo”, dijo Zumthor, al hablar del proceso creativo. “La instalación de Louise [Bourgeois] trata más sobre la quema y la agresión, mientras que mi instalación habla sobre la vida y las emociones [de las víctimas]”.
Por sus cualidades propias, por el paisaje maravilloso y por cierta mística que también envuelve a otras obras de Zumthor (y de Louise) Steilneset tiende a convertirse en un sitio de peregrinación desde su apertura en 2011.
Una iniciativa de reactivación de áreas rurales desplazadas por medio de construcción de rutas turísticas, mediante la recuperación de las, muchas veces terribles, historias locales y una efectiva operación quirúrgica surgida de la conjunción de dos talentos en un marco natural de una inherente y rara belleza.
Fotografías: Bjarne Riesto