Casa de campo la ranita | Estudio Damero
La idea de agrupar viviendas bajo la premisa de “club de campo” nos llevó a reflexionar sobre el tipo de arquitectura que propondríamos. A las premisas básicas de diseño se le sumaron los imaginarios y elementos compositivos de una casa de campo; el desafío del estudio sería tomar esos elementos en clave actual sin dejar de remitir a la idea de refugio e introspección del interior de la casa junto al estrecho contacto de la vida con la naturaleza mediante un elemento preponderante en las casas de campo, como ser la galería, elemento de transición entre el adentro y la naturaleza.
El “clásico” dormitorios al este, apertura del estar-comedor, galería mediante, al norte y un oeste controlado, fue materializado con una vivienda en una sola planta desarrollada bajo la tipología de claustro: dormitorios, estar-comedor y “quincho” arman tres de las cuatro caras del claustro, y una pileta larga y angosta conforma la cuarta cara generando su propio paisaje alrededor de los dos únicos árboles existentes en el terreno.
Compositivamente la casa es una suerte de volúmenes, planos y espacios que se van degradando hacia sus extremos. El sector de los dormitorios comienza con el volumen del patio de tendido, se eleva en las habitaciones y se corona en el volumen del tanque de agua. La casa gira y baja en el estar-comedor y se desmaterializa en el garaje y en el “quincho”. El punto más alto de la composición es una rótula que articula la parte pública y privada de la casa. Además es un sector que se “rompe” generando visuales cruzadas hacia el horizonte.
En relación a la materialidad también se tuvo la premisa de “casa de campo”, donde ciertos elementos duraderos y de poco mantenimiento resuelven el todo. El ladrillo es el material preponderante, este se utilizó para resolver piso, pared y techo. La idea del muro ancho como muro portante y principal aislante térmico se materializó mediante un muro doble con cámara de aire. El cielorraso del estar-comedor se realizó con una bovedilla plana de ladrillo y vigas de madera y todo el piso exterior se resolvió en ladrillo común. A modo de continuidad visual, la baldosa roja resuelve todo el piso interior.
La idea de plantear la menor cantidad de elementos posibles no solo se remite a los materiales sino también a la autonomía de la casa para resolver ciertas cuestiones. Las caras exteriores se resuelven como volúmenes compactos buscando privacidad y control del sol sin necesidad de parasoles. El plano de las habitaciones es un juego de llenos y vacíos que permite el ingreso deseable del sol de la mañana; mientras el volumen del patio de tendido hace de cierre a la principal circulación vehicular. El volumen de las habitaciones y del estar-comedor genera privacidad en el interior del claustro; en donde este último se maciza hacia la casa vecina abriéndose en la esquina opuesta (suroeste) buscando el horizonte y dejando entrar los últimos rayos del día.
