Nuestra visión de la arquitectura es bastante primitiva y esencial. Primitiva por su relación conceptual al origen de la arquitectura y esencial para evadir las relaciones con lo innecesario. Trabajamos con materia, la transformamos y la disponemos de distintas maneras para crear espacios. Tratamos a la luz como material que intensifica y da forma no sólo al espacio, sino a los materiales que lo crean. Entendemos el orden como generador de los proyectos, partiendo de la organización como inicio del proceso. Así, la planta y el corte mantienen una lógica legible, cual partitura para músicos. Buscamos constantemente integrar el entorno natural existente con el artificio, lo construido. De esta manera, transformamos ese entorno, pero potenciamos las preexistencias que lo caracterizan, respetando al medio natural del cual formamos parte. Sumergidos en la paradoja de nuestro habitar, resumida en “destruir para construir”, entendemos que la materia con la que trabajamos proviene de previas destrucciones. Así, reconsideramos el uso y re-uso de ciertos materiales y optamos trabajar con aquellos que contengan la información pertinente a cada situación específica. No buscamos consolidar un lenguaje que nos caracterice. Al contrario, nos mantenemos en la constante búsqueda de resultados nuevos como productos de preguntas diferentes. Nos atrae la sinceridad material como ética proyectual, sin caer en absolutismos ni ser demasiado radicales. Esa honestidad la intentamos reflejar en la estructura también, de modo a que la lectura de los elementos arquitectónicos sea clara y, por qué no, didáctica. Nos desenvolvemos en varias aristas de la profesión, procurando conectar y complementar cada ejercicio como construcción de nuestro propio aprendizaje. Consideramos fundamental la docencia como intercambio productivo entre la profesión práctica y la académica. Encontramos que la retroalimentación de ambas nutre desde lo intangible a lo tangible, y viceversa. Nos emociona la interdisciplinariedad de la arquitectura y es por eso que nos alimentamos constantemente de las otras facetas que consideramos que tienen un alto valor de influencia. Creemos que todo se complementa al final, y que mientras más input externo tengamos, mejor será el output disciplinar.