Centro Sanitario Tecnópolis | Un ejemplo de especificidad formal con indeterminación programática

Centro Sanitario Tecnópolis | Un ejemplo de especificidad formal con indeterminación programática

por Andrés Muñoz, arq.

Parque, muestra, exposición, teatro, ciudad tecnológica, sede de los juegos Olímpicos, y ahora “Centro Sanitario”, la vocación de los grandes espacios de transformarse y adaptarse hablan de una inteligente propuesta arquitectónica que se materializa a través de grandes contenedores vacíos capaces de contener cualquier uso.

En todo el país y en las grandes ciudades en particular se multiplican las estrategias para preparase para lo peor. Desde iglesias a hoteles y clubes a centros de exposiciones, polideportivos y escuelas podrían llegar a ser utilizadas. Es que el pico de contagios, según los expertos, aún no sucedió y, de darse una escalada de casos, serán necesarios muchos más receptáculos para poder aislar a los contagiados del resto de la sociedad sana.

Disponemos también de un hospital militar reubicable, cerca de veinte unidades sanitarias móviles y hospitales modulares que están siendo montados. La Sociedad Rural Argentina, otro de los grandes predios de la ciudad, ofreció a la Nación y a la Ciudad las vastas y bien ubicadas instalaciones de su predio de Palermo en caso de que llegara a ser necesario para alojar allí enfermos del coronavirus.  

La activación de la construcción de espacios que apoyen situaciones de pandemias no es nueva para nuestra ciudad. Efectivamente, ante el desborde de la cantidad de muertes durante la epidemia de la fiebre amarilla, se construyó el entonces “Cementerio del Oeste”, hoy cementerio de Chacharita. Esta vez, la nueva infraestructura tiene un tinte menos sombrío, al proponer dedicarse a la recuperación de los enfermos, en vez de ocuparse de su deceso.

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En sus redes sociales, la administración del Predio lo anuncia con orgullo “Desde Tecnópolis ponemos a disposición nuestros pabellones para permitir la internación simultánea en más de 2500 camas en una primera etapa. La atención estará centrada en los enfermos leves, reforzando así las capacidades del resto de los hospitales y permitiéndoles concentrarse en la atención de los cuadros más graves”.

Aquellas 2500 (que podrían llegar a duplicarse) nuevas camas se distribuyen en sus pabellones, con calefacción y enchufe para el celular o la tablet, una infraestructura acompañada de nuevos núcleos sanitarios que se están construyendo para sumar a los existentes y una farmacia. Las paredes que dividen los habitáculos son de una estructura modular fácil de montar y de remover, que recuerda a las empleadas en otras tantas tragedias mundiales para el refugio de personas que se quedaron sin vivienda.

La idea, reconocen los Organismos que lo están llevando a cabo, se basó en el IFEMA (Institución Ferial de Madrid), que la madre patria convirtió en hospital cuando los contagiados ya no tenían más lugar y recuerda a otras tantas de las adaptaciones o cambios de usos que se dan a otras partes del mundo, como el Central Park, de Nueva York.

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No es un hospital propiamente dicho, ni un hospital de campaña, ni mucho menos una cárcel, ni un depósito de enfermos, ni un hotel, pero los enfermos no podrán recibir visitas aunque sí contarán con un cine. Es que está pensando para aquellos pacientes que no necesitan atención médica constante y podrían vagar por las instalaciones. Algunos lo han dado en llamar “centro sanitario”, acuñando quizás un nuevo término para una nueva tipología inventada ad hoc.

Y esto es, de hecho, una prueba de que si bien existe un repertorio bastante monótono y difícilmente alterable de tipologías para clasificar y sistematizar las respuestas a las necesidades de la población, existen ciertas arquitecturas que por sus propias características espaciales se escapan de los rígidos condicionantes que imponen las mismas tipologías.

Según Koolhaas, las formas básicas como el cubo (presente en varios de sus proyectos) son el contenedor universal de su búsqueda sobre los “espacios a medias”, determinados con el objetivo de limitar lo menos posible la libertad individual y por tanto, las actividades que allí se realicen. Esto habla de espacios flexibles por excelencia, con capacidad de adaptación al cambio, como estos que mencionaba más arriba, donde es posible transformar un lugar de recreo y esparcimiento en un centro sanitario, funcionando así como un “dispositivo capaz de contener la inestabilidad de la vida metropolitana, adaptándose a sus continuos cambios y mutaciones”.

En un mundo cuyo devenir es imprevisible –y si algo que lo prueba con creces es nuestra actual situación de confinamiento- una arquitectura capaz de mutar tantas veces como sean necesarias a usos que ni siquiera nos imaginamos, es quizás la más considerada arquitectura que podamos proveer y legar para las generaciones futuras. Grandes espacios que, como contenedores neutrales, permitan en sus entrañas acoger cualquier función necesaria serán la mejor respuesta anticipada a una situación que sea -o quizás no sea- tan extrema como la que nos toca afrontar hoy, pero que definitivamente perdurará como una marca imborrable en la vida de toda una generación.  

15 abril 2020 / by / in

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